domingo, 26 de abril de 2015

De Costanera Center, Sexo Cola, Desesperación y Otras Mierdas

Esa noche no pude dormir, me levanté a las 11 de la noche con un apetito voraz que no podía saciar.  Recuerdo que el Doc me dijo que con la nueva dosis el hambre no sería tanta y que podría andar feliz por la vida sin necesidad de necesitar sexo…  Pero no pasó eso.

Me metí al chat cola por excelencia, me metí a mh.net, otro antro de sexo programado, ambas páginas catálogos de carne cruda cola nacional.

Al final un gordo de 1.80m, grande, rubio, culón…

Lo mismo de siempre, otra paja humana, otro culo enorme dónde mi pico se perdía a riesgo de no volver, un hoyo negro con una súper gravedad que tragaba hasta la luz que emitía la radio del auto, donde mi pene vació su contenido lácteo.

¿Volveremos a vernos? – Preguntó él, inocente.
¡Sí!, Dalo por hecho – Mentí sin culpa.

Luego seguí con mi cacería, al otro día me iba a Santiago y quería un culo capitalino para saciar el hambre, hambre incontrolable, o mejor dicho controlable pero que mi cabeza se niega a controlar, víctima de mis deseos más oscuros.

Hambre, ahora mis tripas reclamaban por el hecho de no haber sido alimentadas como es debido.  Servicio de comida rápida a las 4 de la mañana.  Mega sándwich.  Y el hambre del estómago fue muerta.

Ahí en el PC seguía con mi búsqueda de cuero santiaguino y conseguí a un tipo, un profe de educación física, conversamos algo antes de intercambiar nuestros números de teléfono.

Llamada.

2 horas hasta que llegó el alba y debí partir a Santiago.
Me fui, y simplemente me dejé llevar por el viaje…

Cuando llegué a Santiago tenía un mensaje en mi celular.

-Sabes, no podré juntarme contigo, vendrá una tía a visitarme porque estoy medio resfriado.-
Patrañas, qué weón de 27 años que dice que no tiene familia en Santiago es visitado de pronto por una tía.

Ok – Esa fue mi única respuesta antes de olvidarme de él.

Luego me fui al barrio alto, debía hacer unos trámites personales, debía conseguir un documento en un lugar en el que trabajé.  Ahí comencé a sufrir.

Porque uno mira, uno desea, uno quiere que esas situaciones que se dan en las novelas rosa, en las novelas cola, donde de repente aparece un desconocido y te habla, donde cruzas miradas con extraños que te sonríen.  Donde alguien se atreve a cruzar el anonimato y te encara en busca de un saludo, de un algo.  Pero no, eso no ocurre, eso pasa en los libros, en las series gringas, o en las series Chilenas con gente tan blanca como los gringos.  A la gente fea como uno no le pasan esas cosas, eso no ocurre, nadie te busca en un baño para tener sexo como las promiscuas que pululan en los sanitarios de los centros comerciales.  No ocurren esas cosas, porque uno es cola y pobre, y aparte feo, un paria entre los parias, el weón que no tiene dos tonos de piel más blanco, el wn que no tiene 10 kilos menos, el wn que no tiene una cara más caucásica, el wn que no pudo pagar 50 mil más por un colegio privado, el wn que suma y sigue en la búsqueda de defectos.

A ese cola, al promedio nacional, nadie lo quiere, y de ahí naces sub grupos que se unen para combatir el rechazo de los minos bien.  Pero aún entre estos grupos el aislamiento sigue.

Seguía mirando caras, a ver si alguno de ellos me correspondía la mirada, nada de miradas eróticas o muy obvias, nada de eso, sólo mantenía la mirada unos 4 segundos en busca de que la sostuvieran por más tiempo.  Nada.

De ahí al falo chilensis, la mole de concreto y cristal donde el wannabe desfila, donde las locas entran en manada a M&H por sus prendas de la micro temporada, esa que termina dos meses después.  Las mismas colas que entran a AZRA por más prendas ajustadas y sobre valoradas, esas que te miran en menos, esas que pasan la tarjeta cencosud, o la polar, o falabella y compran todo su sueño fifí a 36 cuotas precio contado que de contado no tiene nada.  Y Yo ahí miro, observo y me siento envidioso por no poder lucir como Ellos, pero a la vez tampoco me siento orgulloso de querer ser como ellos, básicos, hedonistas, discriminadores…  Pudiendo pagar todo eso sin tarjeta de crédito, al contado, sin deudas, pero no, no me hará mejor que ellos.

Sigo caminando, y nada, la gente pasa y los hombres guapos de la Capital cola de Chile ni se enteran que ando de paso, que Juanito Fulanito está de visita y que puede garantizar varios orgasmos sin cansarse.  No, no existo, no soy nadie, mi opinión no vale entre tantos blogs que existen.  No hay caso.

Entro a un restorán, estoy antojado de sushi o como dicen los más siúticos (y que por suerte no he escuchado en persona) “sashi”.

Y vuelvo a observar, un wn guapo con pinta de maraco con su polola, otro tipo medio snoob con su pantalón rockford, camisa polo y zapatos guante, todos usan la misma teñida, del mismo color.  Luego un par de maracos, lo sé, nadie me lo ha dicho, su comportamiento los delata, esas miradas complacientes, esas sonrisas pícaras que ningún hombre hetero regalaría a otro hombre, los gestos, todo los delata, pero no todos se dan cuenta, sólo ojos bien entrenados pueden percibir el olor anal rancio de los maracos…

Como, tranquilo, el garzón me regala una mirada pero no sé qué hacer, no hago nada y finalmente termino mi plato de salmón y camarones crudos con arroz y palta… 

Me voy con cara de culo al metro, pero antes paso a la galería de los gamer, a ver que juego puedo comprar para mi consola, pero nada, todo caro, todo lejos del alcance, aunque en verdad no es así, de querer podría comprar pero encuentro loco y desubicado gastar 40 mil en un blue ray que en dos meses costará la mitad.  Sigo de largo.

Me aburrí, tanto así que perdí el hilo de la trama que estoy escribiendo, me fui raudo al terminal, la micro que me llevaría hasta ACity saldría en 1 hora y media, espero, espero, espero, vitrineo y me paro en frente de una mampara llena de artículos para el consumo de la cannabis y me paso rollo de cómo sería estar volado porque debo ser del 1% que ha fumado y no ha sentido nada más que un mareo, en fin, vitrineo, sicopateo, miro bultos imaginando penes enormes que bambolearían al ser follados, traseros redondos de anos peludos o lampiños, blancos o negros, sanos o enfermos, pero nada de eso se ve a través del pantalón.

Llega el bus y al ser cortado el boleto por el auxiliar caigo rendido...

Luego de tres día no me he levantado de la cama, la excusa es el cansancio por el trabajo, mi consola se ha vuelto una amiga que me aburre después de 45 minutos de juego o cuando los niveles se vuelven complicados para este cerebro de adulto joven…

Y simplemente me doy por vencido…

Pasaron esos días de paja mental y física, volvió el hambre…  Así que seguí buscando hombres dispuestos a ser mi mano pajera, dispuestos a entregarme su ano también hambriento…

Ahí aparece Marcos, alto, más joven que Yo, 27 años, su foto de perfil se veía poco prometedora pero aun así viajé 30Km para verlo, un motel barato de 6000 pesos las 3 horas, un pack de condones con lubricante incluido, fui.

Al llegar veo a este hombre gigante, su cara no me agradó mucho pero al estrecharme la mano la fuerza con que lo hizo provocó en mí una erección inmediata, de no querer follarlo ahora quería empalarlo ahí mismo, pero no se podía, 1,80m con algo más de 100Kg, pero de brazos enormes, gruesos, fuertes, bíceps enormes, y lo mejor, una voz de macho, de hombre, no de nena siútica…

Nos fuimos al motel, y comenzó el webeo, besos, caricias, apretones, golpes, todo medido, pero era genial tener a ese toro pasivo dispuesto a montar mi verga, a ser mi puta y lo mejor a ser dominado por mi salvaje gusto por la violencia sexual…

Pensé que duraría poco, pero no fue así, fue algo más de 45 minutos de mete y saca, hasta que salió ese olor que detesto tanto, olor a sexo, olor a sexo cola, pero esta vez aumentó mi excitación, mis sentidos se revolucionaron y las embestidas fueron aún más fuertes, de pie, en 4, montado, lo puse como quise mientras lo penetraba y él se quejaba como hombre, hacía unos sonidos que más caliente me ponían…  Al final me dejé llevar y me fui sobre su lampiño pecho…

¿Y la segunda? – Pregunté.
No, debo irme, debo viajar 60Km más para llegar a mi casa, igual me gustó mucho culiar contigo pero es tarde ya y debo irme (eran las 10PM)

Me fue a dejar al centro y me fui a mi casa, liviano…

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Juanito Fulanito

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